UNA MUJER
María Marchi y Molly
Elsa Aurora Nieto, desde Buenos Aires
para Primera Plana Internacional
“Yo creo que a veces
la infelicidad es pretender
ser felices siempre” María Marchi
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer reclamando por su pleno desarrollo y derechos. Es una fecha que con distintos eventos se extiende durante todo el mes.
En la cartelera porteña de Buenos Aires y hasta fines de abril se presenta “Molly una mujer”, obra que nos interpela a quienes ya transitamos varios años de profesión (o diferentes profesiones) con lo que somos y que queremos ser. Trata también del amor personal. Y entrelazando todo, la felicidad.
En una entrevista con su protagonista, la actriz María Marchi, hablamos de todo ello, la dimensión de la mujer desde la obra y vida.
EAN: María Marchi ¿cómo llegó “Molly…” a tus manos?
MM: Empieza la pandemia y a mí me llega “Molly…” a través de msn. Se presenta muy respetuosamente el joven autor Fernando Saad, preguntándome ¿leerías una obra mía sin compromiso? Y me gustó esa delicadeza. Le doy mi mail, me envía la obra, la leo el sábado 29 de febrero de 2020… y las referencias de Molly Bloom de la novela Ulises me maravilló… me calmé, la leí nuevamente al otro día y me gustó más.
EAN: ¿Y el proceso?
MM: Le pregunto cómo quería encarar esto y empezamos a buscar una directora, nos dijeron que era maravillosa pero difícil de llevarla a la teatralidad. La complejidad radicaba en que el original es muy poético y a su vez es lo que la hace tan bella. Pero pasarla a la teatralidad era arduo trabajo, ya que el espectador debe comprender el texto en 1h5min para entender la historia.
Después de un mes, le propuse a Fernando que él la dirigiera mientras yo aportaba mi experiencia en la adaptación. Comenzamos con varios encuentros de whatsapp. Incorporamos a la vestuarista y escenógrafa Adriana Giugno al momento de las videollamadas que fueron de seis meses; y tres meses antes del estreno se incorporó el actor Gastón Biagioni. Éramos cuatro en hermosa comunión de trabajo.
Mi gran motor en todo ese proceso era que me sentía yo, sacando las propias profundidades, el decidir y aceptar las consecuencias… YO DECIDO es un enunciado, después hay que hacerse cargo de todo lo que implica. Y es una línea muy importante de mi personaje porque tiene muchas cosas, logra lo que quiere aunque se da cuenta que le falta lo que dejó y cuando va a buscarlo ya no puede reconstruir sola algo de dos. Ahí está lo interesante en esta dualidad.
EAN: En “Molly…” está esa dualidad de alguien que busca la felicidad y otra persona que se ajusta a los temores y no es feliz. El único momento en que él cambia el semblante es cuando cruzan miradas.
MM: Eso es lo que pasa. Ella vuelve cuando consiguió todo, vuelve a lo que ama, pero además lo quiere cambiar. Él está vencido en su rutina. Ella se propone un montón de metas, algunas las logra y otras no, y lo acepta: no es una pancarta femenina, sino el esfuerzo que nos cuesta para posicionarnos en un lugar. Ella quisiera que él sea feliz; pero él quiere seguridades en una infelicidad.
EAN: La felicidad no es algo que uno dicta <a partir de ahora soy feliz y lo soy en todos los órdenes de mi vida>; sino que son etapas, instancias. En algún momento Molly fue feliz con su pareja, y luego esa instancia dejó de serlo porque tenía sus metas dejadas de lado y va por ellas aunque implica dejar ese otro amor. ¿La felicidad se va transitando abriendo posibilidades de felicidad?
MM: Exacto. La felicidad no es un compartimiento estanco, no es “acá está la felicidad y acá la desdicha”, es tan inasible y tan inubicable. Por eso, la importancia en esta obra de la primera escena, porque ellos fueron muy felices. Pero aquella carencia interna de Molly la lleva a esa ‘odisea’ donde sabe que no va a ser fácil. Porque en su destino, juntos, había tranquilidad pero no felicidad.
EAN: ¿Qué tanto de Molly hay en María?
MM: Hay muchísimo y el momento fue providencial. Hace dos años que vivo sola, una experiencia que no había tenido después de vivir treinta años con el amor de mi vida (de la casa de mis padres pasé a casarme). Empecé a plantearme en este tiempo todo lo que me acabas de decir, en un momento en que a una no le queda otra que confrontarse: ¿qué deseo de verdad?
Es impresionante a veces cómo nos dejamos llevar por el entorno, por lo que quiere el otro, y esa sensación de querer ser aceptados, de que nos quieran. Entonces una cree (hoy un pensamiento infantil) que si no hago algo que supongo al otro le cae bien no me va a querer más. Pero hay un momento en que una quiere defender lo que siente y ser una misma: decidir. Porque el otro no es una decisión, es una manera de defenderte del desamor.
Terrible, porque no tienes amor así, obtienes un intercambio como si fuera una moneda de trueque y de a poquito vas descubriendo que el amor, los afectos (ni siquiera pensar en el gran amor romántico) no es estar a gusto con alguien, a gusto en la vida.
Y yo en mi vida, muchas veces también por querer a alguien hice cosas para agrada. Comprender que ese es el error, es desarmarte por dentro, empezar a calmar esos dolores y esas angustias internas que a veces una no sabe bien por qué es, pero duele.Por eso amo tanto a Chéjov, porque para él el gran misterio es ¿qué es la angustia? ¿qué es lo que nos duele? ¿por qué estamos ahogando algo que queremos hacer?
EAN: ¿Cómo fue tu experiencia como mujer dentro del ámbito actoral? ¿Estuvo recortado, coaccionado en algún momento, hay más posibilidades ahora?
MM: Sí, y fueron muy difíciles. Mi vocación de actriz es desde los cinco años e hice lo que pude con ello. Yo venía de una familia hermosa, que me apoyaba, católica donde el tema de la culpa pesaba bastante. Mi madre me conecta a los dieciocho años (parecía de trece) con el antiguo Canal 9. Realizo algunos papeles y llego al poco tiempo al protagónico para una adaptación de la película “Mañana es demasiado tarde” (Vittorio De Sica) en el prestigioso ciclo Alta Comedia. Pensé en ese momento que ya era la gran actriz.
Después, vino otra posibilidad de hacer el rol protagónico en una tira pero con ‘cambio de favores con el productor’. Me aterré y salí corriendo… fue durísimo escuchar aquello, era como situarme en la posición de una violación. Me preguntas sobre la evolución de la mujer… en ese momento, esas circunstancias te daban vergüenza, mi única valentía era renunciar a ese protagónico con la consecuencia de quedar fuera del sistema. Entonces… eso yo lo tengo. Y bendigo a las mujeres luchadoras por sus derechos con la valentía de denunciar. A mí me emociona porque yo en mi salir de la adolescencia no pude.
EAN: Por aquellos años conociste al popularmente querido y reconocido humorista gráfico, escritor y artista plástico Carlos Garaycochea.
MM: Así fue. Lo conocí al año de hacer Alta Comedia. Él realizaba un programa de entretenimientos “Quíteme el trabajo” y Juan José Miguez (gran productor y actor) me comenta que necesitaba para el programa una actriz formada para el rol de secretaria maternal. Así fue como trabajé con él, nos enamoramos y a los seis meses nos casamos.
Siempre trabajamos juntos hasta que en 1992 empiezo a ser “Molly” en mi vida (pero sin separación de pareja) retomo mi carrera sin su compañía. Entonces decidí estudiar ruso para interpretar a Chéjov porque me enamoró más del teatro. El padre del teatro moderno, que tiene lo que no alcanzamos a comprender pero tampoco da una respuesta final. Un impresionista. Eso es el actuar, a veces nos queda la impresión de las cosas y es como trabajamos.
En 1995 empiezo a estudiar ruso y tras dos años más seis meses, preparo en idioma original el monólogo de Nina en La Gaviota. Construí el espectáculo basado en las cartas de la mujer de Chéjov, Olga Knipper, copias que me facilitaron en la Casa de Rusia. Este espectáculo no solamente fue auspiciado por la Embajada sino que además fue nominado a los Premios ACE.
EAN: Fue crecer con Chéjov y en simultáneo con Carlos, y junto a él liberar
MM: Exactamente. Un espectáculo que él fue a ver todas las funciones. Ahí me regaló aún más, su comprensión.
EAN: ¿Cómo era Carlos Garaycochea?
MM: Carlos era un ser hermoso, honesto y sincero. Tenía muchos amigos, fue profesor de Nick y era muy amigo de Quino y Roberto Fontanarrosa con quienes compartía encuentros y presentaciones. Según él, éramos Mel Brooks y Anne Bancroft del subdesarrollo (risas)
EAN: ¿Y cómo es María Marchi?
MM: Soy una mujer que se encuentra realmente cuando se olvida de sí. Y cuando surge lo que ve el otro, en sinónimo de libertad.
“Molly tiene la osadía de ser – como dice el texto-
una vida que no dependa del destino de los otros.” María Marchi
Funciones: sábados de abril 20hs; Teatro Buenos Aires (CABA)
Entradas: Alternativa Teatral. Atrápalo.com.ar